miércoles, 26 de enero de 2011

No hay duda, pronto nos volveremos a ver. La clase de proyectos




No hay duda, pronto nos volveremos a ver. La clase de proyectos, en la Casa del Lago, en la cual participa Rolando López, integrante de La Agencia.











Instrucciones para hacer arte


Publicado en 2011-01-31

Nueve artistas envían instrucciones para realizar doce obras diferentes a otros nueve jóvenes creadores. El resultado es la exposición No hay duda, pronto nos volveremos a ver, que se presenta en la Casa del Lago Juan José Arreola hasta el 27 de marzo

Coordinada por el artista conceptual Mario García Torres, maestro por el Instituto de Arte de California, la muestra cuenta con la participación de los autores contemporáneos Walead Beshty, Jens Hoffmann, Rainer Ganhal, Adriana Lara, Tim Lee, Raimundas Malasauskas, Jonathan Monk, Roman Ondak y Jordan Wolfson, todos ellos amigos o conocidos de Torres, quien les pidió que enviaran instrucciones a sus alumnos para la creación de distintas obras de arte.
La idea surge a partir de La clase de proyectos, un método de enseñanza de arte originado a finales de la década de los sesenta, concebido por David Akevold para el Nova Scotia College Of Art and Design en Halifax, Canadá. Dicha clase consistía en involucrar a los estudiantes de arte en la ejecución de una obra, a partir de instrucciones de diferentes artistas profesionales. 
Ricardo Alzati, Dulce Chacón, Gabriel Escalante, David Hernández, Rolando López, Noé Martínez, Lizbeth Medrano, Antonio Monroy y Verónica Rojas son estudiantes de la escuela de arte contemporáneo SOMA, quienes, bajo las instrucciones que les fueron enviadas, realizaron pinturas, dibujos, instalaciones y videos.
Dichas instrucciones llegan a ser muy distintas entre sí. Algunas son muy detalladas y específicas, mientras que otras son simplemente frases. Por ello, tanto su contexto así como su situación profesional influyeron en la dinámica de la clase, en donde, a diferencia de la versión original, las instrucciones a los artistas se convirtieron en puntos de partida para la creación de obras originales. 


Abraham Huitrón
Ciencias de la comunicación














Arte “bajo instrucciones” se expone en Casa del Lago

Ciudad de México.- Nueve artistas jóvenes siguieron las instrucciones de otros nueve creadores con mayor experiencia para realizar 12 obras que conforman la exposición No hay duda, pronto nos volveremos a ver, en la Casa del Lago de la UNAM, a partir del 27 de enero y hasta el 27 de marzo.




Se trata de Ricardo Alzati, Dulce Chacón, Gabriel Escalante, David Hernández, Rolando López, Noé Martínez, Lizbeth Medrano, Antonio Monroy y Verónica Rojas, alumnos del artista conceptual Mario García Torres en la escuela SOMA, espacio para el arte contemporáneo que busca establecerse como contrapunto a la dinámica existente de escuelas, museos y galerías, donde surgió este proyecto.
La propuesta se dio a partir de que García Torres (México, 1975) le pidió a nueve amigos o conocidos —Walead Beshty, Jens Hoffmann, Rainer, Ganhal, Adriana Lara, Tim Lee, Raimundas Malasauskas, Jonathan Monk, Roman Ondak y Jordan Wolfson— que le enviaran instrucciones a sus alumnos para crear distintas obras de arte. Los creadores fueron escogidos para participar porque su trabajo lo han desarrollado en el arte conceptual.
“Las instrucciones que mandaron son muy variadas. Por ejemplo, la de Roman Ondak es: toma la instrucción y corre; hay algunas muy complicadas que te dicen específicamente cómo debes hacer las cosas; unas que generaron más de una pieza, y otras que no ayudaron a hacer nada”, dice Mario García Torres.
Con esta premisa, cuenta en entrevista el coordinador del proyecto, se dio una discusión, en donde los artistas interpretaron lo que les pedían a partir de su forma de ver las cosas y se apropiaron de las ideas, para crear su propia obra.
“Lo que se verá en la exposición es el producto de las discusiones entre los artistas con una trayectoria más amplia. La riqueza de la exposición consiste en ver cómo a partir de lo que pide alguien se pueden hacer obras totalmente diferentes, sin un guión museográfico específico”, destaca.
Lo más relevante del trabajo, puntualiza García Torres, fue que los jóvenes entendieron, por un lado, el contexto político y social de SOMA y por otra parte, supieron plasmar lo que se les solicitaba.
Entre las piezas creadas se encuentran una serie de postales que se enviaron entre los alumnos y que evocan al Arte-Correo de los años ochenta y noventa; también hay pinturas, dibujos, instalaciones y videos, indica.
—¿Qué caracteriza a estos alumnos con los que armaste No hay duda, pronto nos volveremos a ver?
—No es fácil ponerlos a todos en un mismo nombre o en una misma bolsa. Creo que todos más o menos están empezando su carrera, pero lo que más me llama la atención es su reticencia a ejecutar las obras y la forma en que realmente buscaron su posición ante ellas y se revelaron en el proceso de trabajo, para decir yo también soy artista.
—¿Cuáles son los antecedentes de este proyecto?
—En los años sesenta y setenta, el artista canadiense David Askevold encabezó un proyecto en la Nova Scotia College of Art and Design (NSCAD) de Halifax, de su país, donde se solicitaba a artistas practicantes enviar instrucciones para que los alumnos inscritos en la clase produjeran las piezas. En la versión acogida por el programa de SOMA se siguió el mismo método y se solicitó a un número de artistas contemporáneos enviar instrucciones.
México. Emiliano Balerini Casal





Alondra Flores

Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 7
Doce instrucciones para hacer una obra de arte y un conjunto de juegos propician el contacto no convencional con el arte contemporáneo y su reinterpretación personal en la exposición colectiva No hay duda: pronto nos volveremos a ver, y la instalación Pequeños poemas sucediendo, proyectos encabezados por los artistas Mario García Torres y Gabriela Galván, respectivamente, que se pueden ver en la Casa del Lago Juan José Arreola.
Desde el exterior de la casona porfiriana ubicada en el Bosque de Chapultepec se observan los juegos de metal que remiten a algún parque de la infancia. Dentro del inmueble, en la sala, una bicicleta musical y una diana miniatura que se proyecta en una pantalla, las cartas cobran vida.
Las dos propuestas estéticas surgieron de los dos artistas nacidos a mediados de la década 1970, quienes han realizado gran parte de sus carreras en Estados Unidos.
Toma la instrucción y corre, “Haz un remake de un remake”, unas muy sencillas, otras complejas y extensas, son las indicaciones para crear una obra que una docena de artistas enviaron como parte de una clase experimental de SOMA, escuela de arte que   propone la discusión más que un esfuerzo didáctico dictatorial, explica en entrevista Mario García Torres, coordinador del trabajo que ahora presenta el resultado en No hay duda: pronto nos volveremos a ver,que se exhibe en las galerías del Bosque y Nacho López.

“La relación entre las obras y las instrucciones es bastante arbitraria –afirma García Torres–, lo que vemos en la exposición no es el producto de esas instrucciones, sino más bien obras que de alguna manera tomaron como punto de inicio la instrucción que se les había dado”.
El resultado es muy diverso: piezas en video, instalaciones grandes e intrincadas, piezas muy concretas, otras tradicionales, animación, musicales y otras documentales.
Una clase mítica de los años 70, que desarrolló David Askevold en Halifax, Canadá, con artistas que comenzaban a hacer arte conceptual y ahora son reconocidos, fue el origen de este método que se aplicó en México, pensando en un nuevo contexto.
La gran diferencia es que los colegas que participaron ahora tienen una obra más desarrollada y se dio una gran discusión en relación con la autoría, la autonomía del sistema del arte y crear un propio espacio.

Tomado de:  La Jornada


miércoles, 12 de enero de 2011

¿Esto... es arte?

Desde la creación del blog (http://obraenconstruxion.blogspot.com), he realizado comentarios acerca de La Agencia, pero creo que no he explicado qué es, ni lo que hacemos. La Agencia es una asociación civil que surge a partir de la iniciativa de unos cuantos alumnos y un profesor de la Licenciatura en Artes Visuales. Nuestro interés se centra en el arte, específicamente, lo que se denomina comúnmente como Arte Contemporáneo. Nuestro trabajo, o sea, nuestros proyectos artísticos, los dividimos en tres aéreas principales (solo por tratar de darle un orden): exhibición, educación y solución de problemáticas diversas.

El presente texto intenta explicar un poco nuestro trabajo a partir de un comentario que una persona hizo favor de escribir en el blog EnConstruxion.

Como lo comente anteriormente, todos los proyectos que realizamos en La Agencia son una propuesta artística. Pero, ¿qué fue lo que paso en el mundo del arte para que acciones como las que hacemos se atrevan a considerarse siquiera propuestas artísticas?

Para tratar de explicarlo, permítanse acompañarme a dar un paseo por la historia. Primero, piensen en las mujeres… ahora imaginen que estamos en el siglo V antes de Cristo y vuelvan a pensar en las mujeres. Por si no están muy al tanto, les recuerdo que en la Grecia de los grandes filósofos las mujeres, hijas o esposas se podían cambiar por un caballo o cosas equivalentes… Qué tal si nos movemos unos siglos en el tiempo y ahora se imaginan como mujeres en la edad media. En esta época habría que andarnos con mucho cuidado para no terminar quemadas, acusadas de brujería. Vamos un poco más adelante y pensemos en el momento en que se proclaman los países democráticos… un gran avance… ahora ya no nos queman por brujas, pero no tenemos derecho a votar. Terminemos el viaje mirando nuestro tiempo: nuestro momento histórico. Hoy, las mujeres siguen luchando por diversas cuestiones, pero también tenemos las primeras presidentas en algunos países. Cuál es la idea de todo esto… lo que trato de decir, es que las mujeres no han cambiado en el paso de los siglos, lo que ha cambiado es la idea y el concepto que tenemos de ellas y el concepto que ellas tienen de sí mismas.

Lo mismo podemos hacer si pensamos en telecomunicaciones; la idea de comunicarse de un continente a otro en “tiempo real” es algo que no tenía sentido hace solo unos pocos años.

Pero qué pasa con el arte… el arte, como la idea de democracia y tantas cosas más, nace también en el corazón de la Grecia antigua y al igual que las ciencias, deportes y sociedades de aquella época, se ha modificado.

Podemos seguir pensando en esculturas hechas de mármol con hermosas mujeres desnudas como el clímax del arte, también podemos intentar cambiar a nuestra hermana por un caballo y ver que pasa (eso no sonó tan mal después de todo)… pero bueno, el punto es… que todo es válido y que nuestras acciones emergen a partir de las ideas que cada uno tiene, sobre un determinado aspecto de la sociedad… de la realidad.

Por esta razón, es importante resaltar que todo lo que hacemos en La Agencia, es resultado de nuestras ideas sobre el arte (porque tampoco se trata de una sola), somos, pensamos y actuamos diferente cada uno de los integrantes; también sabemos que nuestras ideas y conceptos no son estáticos… son de alguna manera provisorios: lo que hoy es significativo, mañana podría dejar de serlo y estamos seguros que el arte no se limita a lo que hacemos, por lo tanto, tampoco creemos que exista una única forma de hacer arte. Nuestros proyectos son finalmente propuestas que (eso sí) nos encanta discutir y comentar con todo aquel que esté interesado.

Por otra parte, sabemos que es difícil entender que una pila de basura expuesta en un museo pueda ser considera hoy una obra de arte (si ustedes se lo cuestionan, hacen muy bien, realmente deberíamos cuestionarnos eso y muchas cosas más)… pero el hecho es que…  lo queramos o no, los expertos y los profesionales del mundo del arte han cambiado su forma de entender esta actividad humana y por lo tanto han transformado el arte. El cambio ha sido progresivo, sorprendente, a veces caótico y eso sí, difícil de comprender. En La Agencia intentamos, a partir de diversas acciones, entender e invitar a que otros conozcan y compartan sus ideas sobre el cambiante mundo del arte.

Para terminar los quiero invitar a que bajen y vean un documental de dos artistas que me parece muy bueno... y que lamentablemente (o no, depende de nuestras ideas) muestra un fragmento de lo que puede hacer hoy, un artista contemporáneo.
http://www.sdd-fanatico.org/the-yes-men-fix-the-world-2009

PD1. Para que me crean un poco… sobre que, se puede hacer de todo aún en estos tiempos, vean esto… ¿si ustedes creían que la esclavitud era cosa del pasado, como la quema de brujas?… sorpresa, parece que el mundo siempre tiene espacio para todo.
http://www.milenio.com/node/334435

PD2. También quiero avisar que en febrero La Agencia cumple 1 año y lo celebraremos con la creación de la página web donde detallaremos nuestras ideas y conceptos acerca del arte, además de mostrar los proyectos y actividades que realizamos.

lunes, 10 de enero de 2011

Arthur Cravan directo al hígado ( Martín Cinzano)

Hoy presentamos una recomendación. Esta es la versión electrónica de la revista literaria dela Universidad Autónoma de México, Punto de Partida, la cual es llamada Punto en Línea.


A través de su página se pueden enviar colaboraciones para ser publicadas en la revisa. Las colaboraciones para la revista incluyen todos los géneros literarios (cuento y cuento breve, crónica, ensayo, fragmento de novela, traducción, poesía, reseña y teatro), así como fotografía y viñeta. Punto en línea recibe también colaboraciones en géneros multimedia: poemas y cuentos gráficos, videoarte y cortometraje.
Más información en:


El descubrimiento de esta página se da gracias a este interesante ensayo sobre Arthur Cravan.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Arthur Cravan directo al hígado
Martín Cinzano


Las cosas son más interesantes
en el extranjero, incluso morir.

Tibor Fischer


Fue en México donde Dadá —el primer gran movimiento internacionalista de la vanguardia— acabó por desaparecer. Supuestamente nació en el año 1916, en Zurich, durante la Primera Guerra Mundial, cuando unos tipos autodeclarados como absolutamente inútiles y dispuestos a llevar a cabo “el mayor timo del siglo” encendieron escandalosamente la mecha que, años más tarde, desembocaría en el surrealismo. El más dadaísta de ellos, sin embargo, no se adhirió a movimiento alguno ni estuvo presente en las veladas del Cabaret Voltaire, que en los primeros tiempos de Dadá fue el hervidero de la conspiración, a manos de indeseables como Richard Huelsenbeck, Tristan Tzara, Hans Arp, Ribemont-Dessaignes, Hugo Ball y Marcel Janko.

Arthur Cravan, a diferencia de ellos, no tenía una vinculación programática de rebelión contra las tendencias artísticas y políticas de su tiempo, sino, para empezar, una relación de parentesco sanguíneo: no fue, en un principio, poeta o artista (como sí lo fue Tzara, por ejemplo, autor de varios de los Manifiestos Dadá y, luego, de El hombre aproximativo), sino simplemente sobrino de Oscar Wilde. Con eso basta. Las influencias de los tíos sobre los sobrinos suelen ser letales. Y Arthur Cravan, de una manera todavía más violenta en comparación con su estrafalario (y encarcelado) tío, se las arregló para pelearse con todos y con todo y finalmente largarse a otra parte. Tuvo, por supuesto, su propia revista: Maintenant, desde la que bajo distintos seudónimos (algo muy parecido a lo que hacía Ernst Kirchner, el pintor expresionista del grupo Die Brücke, “El puente”) aplastaba ácidamente a escritores de la talla de André Gide y Guillaume Apollinaire, sin olvidarse de los pintores reunidos en torno al famoso Salón de los Independientes de París. Era, pues, un chico malo muy temido. Existen razones prácticas para explicarlo: Cravan, más allá de su lengua ponzoñosa, mordaz y cínica (“Nos ha alegrado mucho la noticia de la muerte del pintor Jules Lefebvre”, escribió en uno de los números de Maintenant), medía 1 metro 90 cm., pesaba 105 kilos y en 1910 había sido coronado campeón de pesos medios en el II Campeonato Anual de Principiantes y Aficionados, además de campeón de Francia de pesos medios en el VIII Encuentro de Boxeo para Aficionados y Militares. André Gide es un peso-pesado de la literatura occidental, sin discusión, pero medía solamente 1 metro 65 cm. Y no pesaba más de 55 kilos. Para nada le convenía meterse con un tipo de la complexión de Cravan, quien, por cierto, siempre proclamó la superioridad de los deportistas sobre los artistas, cuestión hoy en día más o menos incontrovertible.

Si se pudiera ubicar a Cravan en algún lugar de la historia del arte, sería en el callejón oscuro de los borrachos pendencieros que brillan por sí solos. Pero como no podemos ubicarlo en parte alguna de aquella historia, tan plagada de mordiscos por la espalda y pataletas descontroladas, de pontificados lamentables y auspiciadores multinacionales, lo pondremos en una historia subterránea del deporte. Cleantes y Crisipo, el primero púgil, el segundo atleta, ambos filósofos estoicos, inician tal historia por allá por el 300 a.C; 2200 años más tarde, Arthur Cravan la continuará con méritos propios. Frecuentó a artistas como Picabia y Delaunay (más tarde adscritos al dadaísmo), pero se relacionó con bandas de apostadores, ladrones, chiflados y boxeadores. Se entrenaba, se fugaba, estafaba, corría, cambiaba continuamente de nacionalidad.


Fue chofer en Berlín, vendedor de joyas falsas en Italia, fogonero en Australia: un cretino, un atleta infernal. En el escalafón oficial del boxeo ocupará el merecido lugar del olvido, esto es, las dos inmundas líneas dedicadas al aficionado que terminó por caer noqueado en el primer asalto: porque fue así, al menos, como Arthur Cravan cayó derrotado a manos del Campeón Mundial Jack Johnson durante una caótica jornada boxística en abril de 1916, en Barcelona. Después de eso, Maintenant salió de circulación y en la vieja Europa (en guerra) ya no se supo más de Cravan. Un poco antes, eso sí, a modo de despedida (o de bienvenida) escribió:

“… a mí, que me basta con un compás de violín para que me entren unas ganas furiosas de vivir; yo, que podría matarme de placer, morir de amor por todas las mujeres, que añoro todas las ciudades, estoy aquí porque la vida no tiene solución.”

Cravan se embarcó hacia América a bordo del buque Montserrat, en el cual viajaba otro tipo que también huyó toda su vida y que también fue visto por última vez en México: León Trotski. Coincidencias brutales y magníficas. Muy poco tiempo antes de ese encuentro, Tzara y Lenin habían jugado ajedrez en el Café Terasse de Zurich (donde Lenin estuvo clandestinamente antes de encerrarse en el vagón precintado), sin saber ninguno de los dos quién era verdaderamente el otro. Dadá y la Revolución a bordo de un barco que atraviesa el Océano Atlántico, o Dadá y la Revolución jugando ajedrez en territorio neutral, son como las imágenes apócrifas de un amor adúltero.

Como sea, Cravan desembarcó en los Estados Unidos y allí empezó una nueva carrera desenfrenada por el norte del país, acompañado de otro prófugo importante, el poeta Robert Frost. Una vez en Nueva York, se puso en contacto con quien por ese entonces tramaba enviar a la exposición del Salón de los Independientes un urinario de fabricación serial, bajo el título de Fuente. Cravan, digámoslo, después de caer en la lona, llegaba justo a tiempo para participar del cross más violento en la historia del arte moderno (del que, agreguemos, todavía no se recupera). La misma noche de la inauguración, según relata Mario de Micheli, “Arthur Cravan, que debía pronunciar una conferencia sobre la pintura, se presentó ante el público selecto, elegante e intelectual, completamente borracho, arrastrando una maleta que vació sobre la mesa, desparramando ropa interior sucia y empezando a desabotonarse ante la indignación de los presentes y los gritos de las señoras, que escondían púdicamente el rostro.”

Los chicos de Nueva York habían conseguido alborotar el asunto y siguieron haciéndolo después; el mismo Duchamp puso en circulación algunos números de las revistas The Blindman y Rongwrong; Francis Picabia, antes de regresar a Europa para incorporarse a Dadá, había conseguido publicar sus dibujos junto con la revista 291, y Man Ray ya empezaba a descolocar al público con sus notables rayografías. Arthur Cravan, por su parte, a raíz del incidente había sido detenido por la policía y posteriormente liberado.

A partir de este punto, la información se torna algo más confusas Cravan, al parecer, se desentiende definitivamente de los artistas y de los poetas. O quizás, muy probablemente, sucedió al revés. Ese tipo de muchachos finalmente se convierte en una carga insoportable hasta para las rebeliones más escandalosas. Y los chicos Dadá estaban, después de todo, interesados en posicionarse de alguna manera en la historia del arte mundial, aunque esa posición fuera una no-posición brillante o una contracorriente violenta.

Lo cierto es que Arthur Cravan, después del tan citado episodio de Nueva York, desapareció unos cuantos meses de circulación. Iba, se supo después, rumbo al sur, con los bolsillos vacíos. Algunos dicen que cruzó a nado el Río Bravo: a estas alturas el “Mito Cravan” ya ha adquirido suficiente grosor y misterio como para empezar a ficcionalizar su biografía, pero a finales de 1917 (a nado, a pie o volando) llegó a México con toda la intención de trabajar en la explotación de las minas de plata. No es claro si fue en México o antes, en Nueva York, donde conoció a la poeta Mina Loy, con quien posteriormente se casó en algún lugar del planeta o, probablemente, en el puerto de Veracruz, donde ambos —según conjeturas— sobrevivieron gracias a las clases de “cultura física” que un tal profesor Arthur Cravan impartía en la Academia Atlética.

¿Habrá pasado el sobrino de Oscar Wilde, alguna vez, por la Ciudad de México? No es posible saberlo. Los informes sobre Cravan no le dan alcance sino hasta los primeros meses de 1918, y todas las fuentes están más o menos de acuerdo en el hecho de que Mina Loy ya estaba embarazada al emprender el viaje hacia Buenos Aires, ciudad en la que, por alguna desconocida razón, se reencontraría con Cravan. Pero es aquí donde la figura del boxeador adquiere la envoltura de misterio necesaria para convertirlo en un tipo medianamente famoso, sobre cuyo “caso” ―sólo comparable al de otro enmascarado de primer orden, el escritor B. Traven— ya se ha escrito bastante. Hugnet, Picabia, Kees Van Dongen, Mina Loy, André Breton y el propio Trotski hablaron, a su tiempo, sobre él. Hoy, entre muchos otros, el escritor Enrique Vila-Matas lo ha puesto a la cabeza de los hombres de la no-escritura, de esos fantasmas que, acompañando a Bartleby y a Montano, en un momento dado preferirían no hacerlo. (Pero Cravan alguna vez sí lo hizo; de él se conoce, aparte de las invectivas y puñetazos al hígado que lanzó desde Maintenant, un poema largo: Hie!).


En fin. Visto por última vez en Veracruz, desapareció, sin más, en el Golfo de México a bordo de un pequeño velero. Que se sepa, no llegó ni a Argentina ni a ninguna otra parte del mundo. Se aventura la hipótesis de Cuba como un destino en el que Cravan, presuntamente atraído por la creciente actividad boxística de La Habana, podría haber desembarcado. Lo de siempre: unos lo vieron borracho por las calles de París. Otros, igualmente borracho en una refriega de cantina en el centro de Tepic. Otros más lo registran traficando con drogas en Sudamérica o a cargo de un club de aficionados al boxeo en Asunción, Paraguay. Pero bueno, Cravan escribió: “Soy todas las cosas, todos los hombres y todos los animales/ ¿Qué hacer?/ Probaré con el aire libre, / ¡Quizás ahí podría prescindir/ De mi funesta pluralidad!"

Vaya, tanto alboroto sólo porque un hombre sale a tomar el aire: no es tan terrible aceptarlo de una buena vez. Un boxeador sale un rato fuera del cuadrilátero y todo el mundo se vuelve loco. Y así, probando el aire libre y contradiciéndose de todo cuanto hay y de la contradicción misma, fue como Arthur Cravan se fue junto a Dadá, una palabra sobre la cual se hizo también bastante escándalo y por la que más de algún incapaz de contradecirse se rompió la cabeza, sin saber muy bien por qué; después de todo, se trata de una palabra imbécil, canalla, el deseo afirmativo de quienes sienten planear sobre sus cabezas la posibilidad de ser nadie y eclipsarse entre las olas.


----
* Para intentar reconstruir el itinerario difuso de Arthur Cravan por Europa y Norteamérica, el autor se ha servido de los siguientes textos: Las vanguardias artísticas del siglo XX, de Mario de Micheli; La aventura Dada, de C. Hugnet; Antología del humor negro, de André Breton; Historia de un incendio. Arte y revolución en los tiempos salvajes. De la Comuna de París al advenimiento del punk, de Servando Rocha; Dadá, Historia de una subversión, de Henri Béhar y Michel Carassou; y Almanaque Dadá, editado por Richard Huelsenbeck. En cuanto al encuentro fortuito entre León Trotski y Arthur Cravan, éste ha quedado registrado en un testimonio retrospectivo del propio Trotski. Luego de ser expulsado en condiciones muy confusas de Francia, donde se encontraba en calidad de corresponsal de guerra, Trotski es deportado a Cádiz y posteriormente trasladado a Barcelona, desde donde zarpó rumbo a Nueva York a finales de 1916. Su testimonio a bordo del buque Montserrat es claro, y fue publicado tiempo después en su célebre autobiografía Mi vida: “Los pasajeros del barco eran bastante heterogéneos y en general poco agradables. A bordo iba una cantidad considerable de desertores de varios países... Un boxeador, literato a ratos, sobrino de Oscar Wilde, confesaba abiertamente que le resultaba más agradable hundirles las quijadas a los caballeros yankis en el noble sport, que dejarse traspasar las costillas por cualquier alemán desconocido”. Con respecto a la partida de ajedrez jugada entre Tristan Tzara y Lenin, Mario de Micheli cita como fuente a R. Lacôte en Tristan Tzara, después de señalar él mismo: “El Cabaret Voltaire estaba en el número 1 de la Spielgasse. Ese mismo año —1916—, y en el número 12 de la misma calle, vivía Lenin con su mujer Krupskaia. Los dadaístas se encontraban a menudo con Lenin por la calle, pero ignoraban por completo quién fuese. Según Lacôte, Tzara incluso había jugado al ajedrez con Lenin en el Café Terasse”. Por último, el combate entre Arthur Cravan y el Campeón Mundial de peso completo, Jack Johnson, se encuentra suficientemente documentado en varios artículos deportivos de la época, historias del boxeo y biografías del mismo Big Jack.

-------

Martín Cinzano (Guayaquil, 1977). Es coeditor de Revista Descontexto. Ha publicado cuentos, poemas, crónicas y ensayos en revistas impresas y electrónicas. En 2008 obtuvo el Premio Nacional de Crónica Urbana Manuel Gutiérrez Nájera, otordado por la UACM. Es licenciado en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad de Chile.
---
---

lunes, 3 de enero de 2011

Argel Camacho. - HTM - Hazlo Tu Mismo




A partir del primer minuto del año 2011 y hasta el 15 de enero del mismo año se exhibirá: “MARCEL DUCHAMP: UNA OBRA QUE NO ES UNA OBRA ·DE ARTE· (PARAFRASIS)” la cual consiste en la exhibición de una paráfrasis de “ROUE DE BICYCLETTE”. La exhibición puede ser visitada a cualquier hora de los primeros 15 días del año en el 407 de la calle los negritos, en el fraccionamiento ojo caliente 1, en la ciudad de Aguascalientes, México.
HTM hazlo tu mismo un proyecto autogestivo realizado en esta primera ocasión por Argel Camacho Sánchez. La idea principal es generar un espacio de exhibición autogestionado, es decir realizado únicamente con recursos a los que se tiene disposición sin la utilización de instituciones o empresas.
Argel Camacho es miembro de LA_AGENCIA, y realiza esta acción a partir de las discusiones, debates y cursos que se realizaron durante el año 2009.


HTM (Hazlo tu mismo)
En 1913 el francés Marcel Duchamp realizó una pieza que buscaba: “desembarazarse de la apariencia de la obra de arte”. Para hacerlo armó una “cosa” compuesta por una rueda de bicicleta montada sobre un banco de madera. Duchamp quería poner fin al deseo de crear obras de arte. Pero ¿El tratar de dejar de hacer arte haciendo arte, no es una paradoja? Si. Pero Marcel Duchamp no quería romper con el arte establecido por un simple odio al arte, todo lo contrario, buscaba que cambiará de ser un arte que sólo se contempla a un arte que fuese activado por el análisis del espectador.
A partir de los cuestionamientos sembrados por Duchamp en sus diferentes piezas un gran numero de realizadores hemos entendido que el arte es lo que nosotros queramos que sea arte y que el arte no lo hacen los museos, las galerías, ni siquiera los artistas, el arte lo hacemos todos al preguntarnos si lo que estamos presenciando ¿es arte o no?


Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte" (título en construcción) fue una exposición realizada en 2007 por la Fundación Proa en Buenos Aires, Argentina y en el Museo de Arte Moderna de São Pablo, Brasil. Compuesta por 120 piezas, en su mayoría réplicas y reproducciones de las obras originales.

Mucha de la obra original de Duchamp terminó en la basura, a causa del desinterés que sufrieron en su momento, años después en la decada de los 50´ y 60´s ya asimilado el impacto del aporte conceptual, el mismo Duchamp repitió las piezas y las vendió a diferentes museos y galeristas en el mundo. El ready-made en su utilización de objetos de producción en serie confronta también el mito de la obra única. Marcel Duchamp en 1961 comentó:
“Otro aspecto del ready-made es que no tiene nada de único… la réplica de un ready-made transmite el mismo mensaje; de hecho casi todos los ready-mades que hoy existen no son originales en el sentido usual del término.”
La primer gran retrospectiva en el Museo de Arte de Pasadena en Los Angeles de 1963, exhibió réplicas en las que incluso la repetición de estas piezas no fue a manos del propio Duchamp, las cuales delegó su realización.
¿Por qué un cualquiera puede en un lugar cualquiera instalar esta pieza?