Activistas de la organización antiguerra Código Rosa bailaron el pasado sábado en el monumento a Thomas Jefferson, en Washington, en repudio al fallo de un tribunal de apelaciones que prohibió hace unos días este tipo de manifestaciones en el recinto.
Ira y baile
David Brooks
Mientras la cúpula política nacional y estatal ofrece un espectáculo de lucha libre (donde todo está un poco coreografiado, y poco es real, incluso los golpes), y algo de golf, enfocado en la reducción de los déficit presupuestarios y la deuda, el resto del país está cada vez más furioso por la falta de empleos y los recortes a servicios públicos que la cúpula negocia entre sí. Y para colmo, el gobierno prohíbe el baile.
Tanto a nivel federal como estatal, el tema del déficit público se utiliza para una ofensiva contra organizaciones y programas sociales. Se usa como pretexto para destruir sindicatos, para desmantelar y privatizar la educación pública, y, por supuesto, para impulsar medidas antimigrantes.
La Casa Blanca acaba de anunciar que Barack Obama y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, acordaron jugar una ronda de golf para ver si logran llegar a un acuerdo sobre qué tanto recortar el presupuesto (léase servicios públicos para los más necesitados) para abordar la deuda nacional y el déficit.
Como siempre, lo que hace la cúpula es contrario a los intereses de la mayoría. No es suposición ideológica; se registra en los hechos y las encuestas. Seis de cada 10 estadunidenses se oponen a cualquier recorte de los programas de seguridad social, asistencia médica social o educación, según Gallup, reporta Harper’s. No sorprende: uno de cada seis estadunidenses se beneficia de por lo menos un programa antipobreza del gobierno federal, informa la revista.
Por ello, ante incrementos en precios de gasolina y comida, con el desplome de nuevo del mercado de vivienda, y otro informe pesimista más sobre empleo (con la tasa de desempleo de nuevo en incremento), el debate entre la cúpula sobre cuánto más recortar los apoyos sociales mientras que los ricos cada vez gozan de mayor prosperidad, genera ira popular.
Una encuesta reciente de Newsweek/The Daily Beast registra que 81 por ciento (frente a 12 por ciento) cree que la economía no genera los empleos que se necesitan. Un 50 por ciento (frente a 40 por ciento) cree que Obama no tiene un plan real para balancear el presupuesto; 58 por ciento frente a 29 por ciento dice que los republicanos no tienen propuestas positivas mas que culpar al presidente por la situación económica.
En un rechazo tajante a las propuestas de los republicanos y algunos demócratas, la encuesta registra un apoyo abrumador –68 por ciento contra 27 por ciento– a favor de incrementar impuestos sobre los ricos para ayudar en balancear el presupuesto.
En esta realidad, 52 por ciento dice que su situación económica personal los pone nerviosos, 48 por ciento dice que los tiene angustiados y 30 por ciento dice que les provoca ira.
Uno de los comentaristas del Daily Beast, el veterano estratega político Douglas Schoen –quien trabajó en las campañas electorales de Bill Clinton, Hillary Clinton, Tony Blair y otros– pregunta si ante esto es posible que esta ira creciente nutra algo parecido a la primavera árabe en Estados Unidos.
Se han visto brotes que se han autodefinido como algo parecido. Hace unos meses, en Wisconsin, en las masivas protestas contra los recortes e intentos de destruir a los sindicatos por el gobierno estatal, los manifestantes tenían una consigna que decía protesta como un egipcio. También se han visto respuestas parecidas en Ohio, Indiana, California y hasta Texas, entre otros, aunque aun en dimensiones menos dramáticas, están inspirado nuevos movimientos progresistas.
A la vez, también esa ira ha sido canalizada por la derecha. El número de milicias (agrupaciones armadas ultraderechistas) activas en este país se han incrementado de 43 en 2007 a 330 para 2010, reporta Harper’s, mientras ha nutrido a un populismo de derecha expresado en el Tea Party.
Por otra parte, una encuesta señalada en esa revista registra que 17 por ciento de estadunidenses entre los 18 y 29 años cree que es justificada la violencia contra el gobierno de Estados Unidos.
Mientras se espera para ver si la primavera árabe (y los indignados de Europa) logran contagiar a los estadunidenses, las cosas van en deterioro aquí, y hasta el baile es prohibido en este país. El pasado sábado en el Monumento a Thomas Jefferson, en Washington, por segunda vez la policía interrumpió un baile en protesta contra un fallo de un Tribunal Federal de Apelaciones que prohíbe tal expresión en ese recinto. De hecho, cuando unos cuantos llegaron a bailar el pasado fin de semana, cinco fueron arrestados, algunos de manera violenta, por la policía. Este sábado 4 de junio llegaron unos 200 para repudiar el fallo y protestar los arrestos de la semana pasada con otro baile alrededor de la estatua del tercer presidente y cofundador de la patria, y aunque la policía no arrestó a nadie, sí los obligó a salir y cerró el monumento durante 90 minutos, reporto el Washington Post.
El evento, coorganizado por la organización antiguerra Código Rosa, incluyó una diversidad de personas y activistas con pancartas en que se leía: si no puedo bailar, quiero una revolución y citas de Jefferson como un poco de rebelión es una cosa buena. Video: www.youtube.com/watch?v=SpSAs-3AJgI
Medea Benjamin, codirigente de Código Rosa, una de las arrestadas la semana pasada, dijo que su organización ahora se sumará a una acción encabezada por enfermeras para demandar el fin de las guerras estadunidenses y dedicar esos fondos a necesidades básicas aquí como salud.